Mis ojos europeos me dicen que este país es muy rico y muy pobre, sucio y arcaico. Mis ojos, los de verdad, me dicen que este país tiene mucho que enseñar.
Desde que aterricé en este territorio, hace algo más de veinte días, todo ha sido una sorpresa y un aprendizaje. Sorpresa porque es una visión nueva del mundo, quizá un rapto de imágenes de película y de creaciones literarias pero, muy real y sugerente.
Digamos que estamos ante un lugar que se mueve hacia un futuro impuesto, marcado, y, hacia unas raíces muy instauradas.
Somos españoles y como tales, los invasores. Ahora también, pasados varios siglos venimos a invadir una oportunidad de desarrollo y eso hace que se protegan ante nosotros y que nos traten con un poco disimulado recelo. Esta impresión la transmite el global de la población y el propio Gobierno pero, la gente más joven nos mira bien, observan nuestras ganas de aprender de ellos, de compartir y de mezclar conocimientos. Les gusta que nos interesemos por su país sin represalias, sin imposiciones y dejando atrás un aire de superioridad que parece que llevamos impreso los europeos, queremos que cualquier mundo sea como el nuestro.
Resulta curioso pero, es difícil entendernos, hablamos el mismo idioma y sin embargo las expresiones hacen que se convierta en una lengua totalmente diferente. Están plagados de americanismos, un paisaje es "priti", las bebidas están mejor en el "culer", mi casa dispone de varios "closet" y aquí no estás guapo sino que "luces bien".
Si analizas detalladamente sus expresiones te das cuenta de que es una traducción literal del inglés y claro, se enfrenta a nuestro sujeto, predicado, objeto directo... Así que, tu preguntas, no dejas de preguntar "Cómo?", dices "Es que no te entendí" y ellos, sin embargo, cuando les hablas te miran con los ojos muy abiertos y se quedan callados, no preguntan ni expresan interrogante, simplemente, te miran como si realmente la lengua que tú les hablas les fuese totalmente desconocida.
Mis experiencias no han sido tantas como las de Jesús en su día a día pero me cuenta continuamente cómo para los panameños el utilizar una expresión cualquiera con tono de enfado supone un fuerte desagravio hacia su persona, son muy sentidos.
Resulta además curioso, ya desde otro punto de vista, una ciudad, la capital, hecha para los coches, sin aceras por las que andar ni apenas pasos de peatones, donde éstos se lanzan (literalmente) a los coches para cruzar y los últimos se lanzan (también literalmente) a circular por unas calles y carretereas que no tienen señales ni rotondas y donde impera la ley del más fuerte. La educación que los panameños pueden mostrarte personalmente se esfuma en el momento que se ponen al volante. Sin embargo, esta ciudad tiene una zona antigua en plena rehabilitación con mucho encanto que, quien la conoce dice que recuerda a La Habana y, si así fuese, me imagino que Ciudad de Panamá puede ser una demostración de lo que La Habana pudo ser si la tomasen los americanos, un Malecón con vistas al "skyline".
Impresionante la zona del Canal e impresionante Isla Grande y alrededores, zona de playa caribeña con un paseo de casas bajas de llamativos colores y, muy panameña.
En Panamá tienen dos problemas muy importantes que quieren resolver cuánto antes, las basuras (recogida y tratamiento) y el tráfico (el caos).